Interiorizarse: la extraordinaria capacidad de “canalizar” aquello que te hace bien

La interiorización en Yoga poco tiene que ver, incluso nada, con aislarse del mundo y crear una realidad de fantasía que poco o nada tiene que ver con nuestra vida. 

La palabra que usa el yoga para definir una interiorización verdadera, sana y espiritual es PRATYAHARA. Se traduce habitualmente como “retracción de los sentidos hacia adentro” o simplemente como “interiorización”, pero aquí nos aparecen muchos matices. Sabemos que hay algunas prácticas que pueden fomentar una interiorización que promueve en las personas el “solipsismo” es decir que todo está “adentro” o en “en la mente” y que la realidad “exterior” percibida por los sentidos no es real o no se puede conocer realmente o bien no se puede actuar sobre ella. Una visión muy limitada del mundo y de la realidad. De aquí aparecen matices como los de Abhinavagupta (maestro yogui-tántrico shivaita) sobre la poca utilidad de PRATYAHARA entendido de esta manera ya que así nunca se despertará la conciencia y las personas quedan perdidas en una realidad ilusoria “interior”.

Tomando el principio más importante en yoga, y en las ciencias esotéricas, que es el principio de resonancia, sabemos que aquello con lo que resonamos mediante pensamientos, emociones, creencias, actos, lo vamos a atraer de una forma u otra y va a ser visible en un cierto momento. ¿Así como entiende el yoga PRATYAHARA? Lo entiende con algunos matices aparentemente pequeños pero que marcan una gran diferencia. El Yogui o el tántrico aspira a desarrollar su capacidad de PRATYAHARA, retracción o interiorización de los sentidos, no para aislarse del mundo ni para negar el mundo “exterior”. El yogui sabe perfectamente que al meditar el sonido de una taladradora es real y lo perturba y por lo tanto no gasta energía en negar tal ruido, sino que entrena su mente, mediante la práctica del yoga, para ser capaz, sin negar el exterior, de enfocar su mente en el objeto de meditación como por ejemplo un mantra aun habiendo el ruido. Por lo tanto la interiorización o PRATYAHARA es la capacidad de enfocar la atención hacia lo que se quiere o se aspira independientemente de los estímulos del mundo tanto interior como exterior. 

Muy importante señalar que PRATYAHARA, también se realiza para el ruido “interior” de la propia mente, del subconsciente y de los patrones mentales. No gastaremos energía en negar o forzar o apartar este “ruido” mental, sino que, mediante una práctica de yoga mínimamente constante, nuestra atención se enfocará en aquello que queremos que se enfoque y las compulsiones mentales y de comportamiento van desapareciendo progresivamente por la propia ley de resonancia: si no les damos energía, mediante la atención que se va de forma inconsciente en la mayoría de personas, van perdiendo poder hasta “quemar” la “semilla kármica” completamente. 

Así el practicante tántrico, con la práctica conseguirá un buen PRATYAHARA, y haciendo el amor con la persona que ama no le vendrán o podrá apartar fácilmente pensamientos o emociones parásitas sean dadas por inseguridad, morbo, insatisfacción y podrá cada vez con más facilidad cumplir la mayor felicidad de un tántrico “hacer lo más feliz posible a su amado o amada”.

¿Y cómo adquirimos o mejoramos PRATYAHARA? Las prácticas de yoga y de tantra verdaderamente serias, empiezan mejorando de forma agradable la atención de los practicantes con diferentes métodos: asanas, pranayama, rituales, meditaciones, arte iniciático, entre otros. Así es como un practicante en muy poco tiempo, y lo vemos en nuestros cursos, consigue mejorar muy rápidamente su vida, deshacerse de patrones internos y “resonar” con aquello que le hace bien y no sólo en una dinámica o encuentro divertido, sino en el día a día y que la persona pueda hacerlo de forma autónoma cada vez más, esto es la base de la felicidad. Sabemos que entretenidas son ciertas actividades de “yoga” y sobre todo del “tantra”, pero sin un mínimo de control sobre la atención la mente y la vida entera está condicionada y muy marcada por los “vientos kármicos”: patrones subconscientes, deseos descontrolados, emociones cambiantes, orgullo, entre otros, y a lo largo de la vida cotidiana tales prácticas se disuelven para quedar como recuerdos.

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