Karma Yoga

Lema: «En un estado de desapego llevar a cabo lo que deba ser hecho, sin importar qué sea, y no desear nunca recibir los frutos de sus hechos»

Karma Yoga representa una de las cuatro formas principales de Yoga.

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El Karma Yoga representa un punto de partida y es una parte esencial de las enseñanzas del Bhagavad Gita, y, esto es base suficiente para su autenticidad. Como todas las otras formas de Yoga, el principal y último propósito del Karma Yoga es facilitar y acelerar la evolución espiritual del practicante persistente. La mayor diferencia con otras formas de Yoga es que el Karma Yoga puede ser practicado correctamente desde el propio comienzo, y puede ser aplicado todo el tiempo, a lo largo de todo el día, ya que es aplicable a todas las actividades humanas.

De las distintas definiciones tradicionales del Karma Yoga, la más corriente y precisa, aunque no del todo completa, es la siguiente:

«El karma Yoga es el Yoga de la profunda y completa fusión con la Divinidad, a través de cualquier acción no egoísta».

El Karma Yoga parte del hecho de que en cualquier momento de nuestra vida diaria, aún cuando nos sintamos forzados a actuar de una manera u otra, permanecemos capaces de elegir, y llevamos la total responsabilidad de nuestros actos. La práctica de cualquier disciplina espiritual – Yoga, o cualquier otro camino espiritual – implica la existencia de la «libre voluntad», tanto en el dirigir nuestra propia vida así como en la elección de los métodos para hacerlo.

La principal cuestión para la que el Karma Yoga nos ayuda a encontrar una respuesta es: ¿Cómo y porqué debemos elegir entre dos o más cursos de acción en un momento dado? A través de la práctica persistente podemos encontrar que el Karma Yoga nos da más libertad, por increíble que esto pueda parecer a las personas occidentales. quienes están siempre dispuestos a la acción y son más o menos escépticos acerca del valor de las prácticas espirituales, y que están alejando a las personas de la vida práctica en una sociedad orientada materialmente.

Debemos enfatizar que la práctica del Karma Yoga no excluye la práctica simultánea de una o más de las otras formas de yoga, sino que amplifica su eficiencia. Esta conexión con otras formas de Yoga no es esencial, ya que aún cuando se le practique solo, el Karma Yoga es suficiente por sí mismo para obtener el más alto grado de logro espiritual.

Agregamos aquí que el sistema del Karma Yoga es prácticamente libre de conceptos metafísicos o religiosos, y, aún en los estados avanzados de práctica, el Karma Yoga no requiere la ayuda de ninguna disciplina física o dieta. De todos modos es razonable que el yogui Karma debiera esforzarse por mantenerse saludable.

El principal objetivo en Karma Yoga es alcanzar la Iluminación (Mokña), que se define en el Hinduismo como la comunión con la Divinidad en todas las formas, la obtención del plano divino de conciencia, la fijación de la conciencia en la Verdad Ultima, la obtención de una mayor libertad en la vida. El Mokña puede obtenerse a través de todas las formas de Yoga, pero se alcanza más fácil y rápidamente a través del Karma Yoga.

La técnica específica en Karma Yoga:

Las bases teóricas y técnicas de acción en el Karma Yoga fueron establecidas claramente por Krishna en el Baghavad Gita. Brevemente, las sabias enseñanzas de Krishna son:

  1. No es posible estar sin ninguna acción, aún por un segundo.
  2. No debemos proponernos la inacción como nuestro objetivo.
  3. Ciertas acciones son forzosas, por lo que no podremos evitarlas.
  4. No debiéramos desear los frutos (o consecuencias) de nuestras acciones.
  5. No debiéramos estar apegados a la acción en sí.
  6. No debiéramos considerarnos a nosotros mismos como siendo los autores de la acción.
  7. Karma Yoga es la Divina Habilidad (sabiduría y desprendimiento) en las acciones.

Procederemos ahora a examinar estos aspectos detenidamente:

1. No es posible estar sin ninguna acción, aún por un segundo.

«El ser humano no puede estar sin ninguna acción», tiene un carácter exclusivamente teorético.

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En el Bhagavad Gita, Krishna vuelve a ellos tres veces: – «ni siquiera por un momento podemos estar sin ninguna acción. Todo inevitablemente conduce a la acción». «Aún nuestra vida física», le dice Krishna a Arjuna, «no puede mantenerse sin una acción continua». Y finalmente: «ningún ser encarnado puede renunciar totalmente a la acción. La acción es inevitable».

Sri Aurobindo dice que aún cuando la actividad mental se interrumpe, en el cerebro ocurren todavía ciertas «vibraciones» que son perceptibles e identificables. No importa qué, aún la total «inacción» no nos hará dejar de «actuar», y por lo tanto se modificará el curso de lo que hubiera ocurrido si hubiésemos actuado de manera normal.

Esto es debido a que operamos de modo sutil a través de nuestra aura y de este modo ejercemos influencia en nuestro entorno inmediato a través de nuestras actitudes o intenciones interiores. Estas influencias, a través de la resonancia e inducción, pueden por ejemplo hacernos sentir felices o preocupados, y si son muy fuertes pueden determinar una especie de emulación contagiosa en las personas que estén a nuestro alrededor, lo que tendrá efectos positivos o negativos sobre nosotros, cambiando nuestro estado interior consecuentemente.

2. No debemos proponernos la inacción como nuestro objetivo.

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Si la inactividad es imposible entonces es obviamente irracional y erróneo proponerlo como objetivo en cualquier forma de Yoga. Krishna le dice a Arjuna: «No permitas el apego a la inactividad de ninguna forma.» Para prevenir cualquier mala interpretación de parte de Arjuna, agrega además: «No a través de la abstinencia de la acción las personas gozarán la inacción, ni renunciando a la acción obtendrán la perfección». Continúa enfatizando: «La acción es siempre superior a la inacción».

Aún así, sabios de todos los tiempos han enfatizado que la obligación de actuar de forma más o menos visible cesa para aquellos escasos seres humanos que, luego de haber alcanzado un elevado nivel espiritual, no pueden objetivamente limitarse más, solamente estos seres no necesitan trabajar más. El resto de la humanidad está obligada a pasar lentamente a través del mundo de la actividad.

El Karma Yoga nos enseña el principio, nos revela el secreto, y nos ofrece el método de realizarlo en la práctica, con la máxima eficiencia.

3. Ciertas acciones son forzosas, por lo que no podremos evitarlas.

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Mahatma Gandhi dijo: «la ley de la actividad es la ley de la vida», y nosotros sabemos que para él la «ley de la vida», era la exigencia diaria dictada por su conciencia, que estaba en sintonía con la conciencia divina.

Sri Aurobindo dijo: «Debemos acatar nuestras «obligaciones sociales», de un modo desapegado, pero considerarlas como un campo auténtico para la práctica del Yoga». Él considera que toda actividad es espiritual y útil para quien la lleve a cabo con la correcta actitud de integración desapegada. En sus palabras: «debemos practicar todas nuestras acciones con una actitud desapegada, en el estado de conciencia correcto y con integración espiritual». “La eficiencia de la acción que fuera consagrada firmemente y que es ejecutada a través y para la Divinidad es directamente proporcional al grado de ofrecimiento divino. La actividad manual realizada intencionalmente solamente para la Divinidad, es superior a la actividad mental ejecutada sólo para nuestra evolución egoísta, para la gloria personal, o para la satisfacción mental pasajera.”
De acuerdo a la tradición de la India acerca del Karma Yoga, la elección de las acciones «que deben ser cumplidas» por un determinado individuo, está determinada por lo que en la India se llama svadharma (la ley adecuada). Mientras en Occidente la religión, la moralidad y la ley están formados por derechos y restricciones dados en términos absolutos, reservando el derecho a múltiples excepciones, el Hinduismo otorga distintos derechos y obligaciones, a veces contradictorios, a los diferentes grupos de personas dentro de la sociedad.

Para dar sólo un ejemplo: en Occidente hay un principio absoluto pregonado por la iglesia y aplicado en los tribunales: «No matarás”. Este principio es tan estricto que ha dado lugar a algunos extremistas individuales o grupos que condenan categóricamente la eutanasia y el aborto. A este imperativo estricto de «no matar», hay una gran excepción: «Durante la guerra haz todo lo posible para matar al enemigo» Y aun esto tiene también una excepción: «No matar al enemigo si se encuentra desarmado, si se rinde, o si ya es un prisionero».

La enseñanza Oriental tradicional tiene otro enfoque: acepta que el «deber» (dharma) no es el mismo para todos, sino que varía de acuerdo a la edad, sexo, situación social, casta, etc. Por lo tanto, cada uno tiene su propio deber personalizado, su propio svadharma. No carece de interés mencionar aquí la advertencia de los sabios orientales contra lo que nosotros a menudo, de forma convencional llamamos «deber», aún cuando en realidad esto pueda ser solamente una forma bien disimulada de un deseo egoísta.

Refiriéndose a esto, Swami Vivekananda dice: «cuando una dependencia está fuertemente enraizada, a menudo la llamamos un hábito, cuando la dependencia se vuelve crónica, orgullosamente la llamamos nuestro «deber»…Aquellos que deseen verdaderamente volverse Karma yoguis, deben eliminar esta falsa noción de deber».

Mahatma Gandhi explica este aspecto en detalle en su doctrina «shvadeshi»: «Un verdadero adepto a la doctrina shvadeshi debe tener como primer deber el dedicar sus servicios y auxiliar a sus vecinos más próximos. Esto traerá aparejada la exclusión y aún el sacrificio de los intereses de los demás, pero esta exclusión y sacrificio son solamente una apariencia. Por su propia naturaleza, la ayuda o el auxilio hechos hacia los más próximos no puede nunca resultar en algo contrario a los más alejados, sino todo lo contrario.

4. No debiéramos desear los frutos (o consecuencias) de nuestras acciones.

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Vamos ahora a explicar el principio y el gran secreto del sistema del Karma Yoga; una vez comprometido en este camino, voluntaria e incondicionalmente renunciamos a los frutos de nuestras acciones, y por lo tanto también renunciamos el deseo de disfrutar egoístamente las buenas consecuencias o el temor de soportar las malas consecuencias de nuestras acciones.

Este es el principio fundamental de la «acción no-egoísta a través de la consagración a la Divinidad». Esto es lo que Krishna declara firmemente al comienzo del Bhagavad Gita: “Tu tienes el derecho a realizar la acción, pero solamente a realizarla, porque desde ahora tu no debieras nunca desear sus frutos, los frutos de tu acción no deben nunca ser el motivo que te lleven a la acción». «Sólo las pobres almas miserables actúan por los frutos de sus acciones, o por el deseo de esos frutos, el objeto constante de sus pensamientos o actividades». «El sabio, por la completa y profunda unión con la Divinidad, y por el alineamiento de su existencia y de su voluntad con la Suprema Voluntad, renuncia totalmente a los frutos que resulten de sus acciones».

Toda acción llevada a cabo con firme atención y armoniosamente integrado, concebida con la intención de ser una genuina ofrenda a la Divinidad, libre del deseo de sus frutos, libre de egoísmo, realizada en un estado mental equilibrado, con un estado de equidad en lo relativo al éxito o al fracaso. Esta acción, si es ejecutada principalmente por amor a la Divinidad, y no para obtener recompensas posteriores, o algún resultado personal deseado, teniendo intensamente la noción de que todas las acciones pertenecen al Infinito Poder Divino. Este es el camino instantáneo de la elevación espiritual y de nuestra ofrenda personal a través del Karma Yoga.
Sin embargo, todos hemos experimentado muchas ocasiones en las que los resultados no son lo que hemos esperado (en realidad es lo que ocurre más a menudo), siendo a veces totalmente opuestos a nuestras expectativas. Raras veces tomamos en cuenta los resultados a largo plazo de nuestros actos. No importa con cuánto cuidado se críe a un niño, nunca sabremos de antemano si se convertirá en alguien bueno o malo, o de qué forma utilizará las facultades que estamos desarrollando en él, o cómo utilizará los conocimientos que le enseñamos.

Con la excepción de las personas que alcanzan el estado de la sabiduría, no importa cuán listos seamos, o creamos ser, el sentido común y nuestra experiencia de vida nos obliga a admitir que nuestras predicciones acerca de los resultados de nuestras acciones son casi siempre incompletas e inciertas. De acuerdo con nuestra actitud interior y temperamento, encontramos que los resultados (“frutos”) de nuestras acciones son en su mayor parte, finalmente determinados por la voluntad Divina o por el destino, (en otras palabras por el Karma), siendo ésos resultados totalmente determinados por nuestras intenciones o nuestra voluntad firmemente focalizada, solamente en muy pocas oportunidades.

5. No debiéramos estar apegados a la acción en sí.

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Si no debiéramos sentirnos apegados a los frutos de la acción, entonces lógicamente surge la pregunta de si es necesario estar apegado a la acción en sí cuando nos decidimos a llevarla a cabo. La respuesta del Bhagavad Gita es clara: “Así como los que no saben, actúan con apego, en forma similar, aquellos que verdaderamente comprenden, saben que deben actuar sin ningún apego”.

Cuando nos aproximamos al permanente estado interior donde ningún esfuerzo es necesario, ser premiados o castigados por un error que sobrevenga durante la realización de nuestra tarea es completamente indiferente para nosotros. Entonces seremos solamente instrumentos desapegados que se ofrecen a sí mismo a las manos de Dios. El cuerpo entonces actúa como un instrumento desapegado, y nosotros estaremos observando desapegadamente la acción, como simples espectadores. Entonces apreciaremos lúcidamente la gran cantidad de tareas que podremos cumplir por intermedio de este cuerpo.

Este estado nos otorga una gran energía y gran eficiencia. La acción totalmente no egoísta es cumplida con belleza, conduciendo a un estado de beatitud, porque no está motivada por ningún deseo egoísta de auto-satisfacción. En tanto no sea superado el obstáculo representado por nuestro ego, aún cuando pensemos actuar en forma desapegada, no seremos capaces de hacerlo, y a menudo seremos lastimados y sufriremos (debido a que desearemos al menos algunos de los frutos de nuestras acciones). Esto traerá al menos un cambio en la expresión de nuestros ojos y en nuestro rostro, y este aspecto significativo es fácilmente visible en nuestro entero modo de ser.

Así como el desear los frutos de una acción es solamente una forma de deseo egoísta – aún si esto es de lo más difícil de superar – el apego a la acción en sí es también una de las muchas formas de apego, tal vez la más sutil. En el Bhagavad Gita, Krishna considera como apego egoísta a las actividades de este mundo, no solamente el apego a la acción, sino también el apego a una cosa, un ser, un lugar, apego a un hogar o inclusive apego al entendimiento. Él enfatiza que “solamente aquél que ha renunciado a todo apego egoísta ya no está condenado al pecado”, “solamente ésa persona descubrirá instantáneamente la infinita felicidad que existe en el ser interior”.

6. No debiéramos considerarnos a nosotros mismos como siendo los autores de la acción.Karma Yoga 6

En el Bhagavad Gita, Krishna explica: ”Cuando la acción es ejecutada por los gunas (modos específicos de la naturaleza), el ser humano que es conducido a error por el ego piensa: “Yo soy el que está actuando”. Al final del texto Krishna da más detalles: “las cinco causas de acción son: el cuerpo, el autor, los cinco instrumentos, los múltiples de esfuerzo, y finalmente, el destino (karma). Estos cinco elementos componen todas las causas eficientes que determinan el modo y el resultado de cada acción llevada a cabo por no importa quién en este mundo con su mente, con su palabra y con su cuerpo”.

Cierro estas consideraciones con una cita de Mahatma Gandhi: “ La más elevada forma de adoración consiste en el cumplimiento del trabajo de Dios, obedeciendo la ley moral y sirviendo al la humanidad sin egoísmo y con abnegación”. Cuando seguimos este principio, estamos actuando a través de la no-acción. Entonces la eterna chispa Divina en nosotros (conocida en la India como el Ser Supremo, Purusha o Atman), quien es un testigo desapegado, observa y – sin participar – lleva a cabo la acción por medio de los elementos activos en nosotros.

Ocurre a menudo que pensamos o imaginamos que estamos “inspirados” para realizar algo, llegando por lo tanto a la conclusión, verdadera o falsa, que no somos para nada los autores de dicha acción, en el sentido dado por el Karma Yoga. Para evitar caer en esta trampa es necesario preguntarnos (tan lúcida y objetivamente como sea posible), si esta impresión, que livianamente llamamos “intuición”, no es meramente un disfraz para un deseo personal. Este deseo puede ser muy honorable, pero nosotros hablamos de Karma Yoga, y acerca de seguir este camino espiritual con completa honestidad. En este caso, un criterio incompleto pero útil es ver si la actividad que estamos por emprender contiene restos de apego personal, tal como fue expuesto precedentemente.

Según la perspectiva metafísica del Hinduismo, donde la creencia en vidas sucesivas y la ley del Karma es evidente, podemos decir que la vida, que cada uno de nosotros está viviendo ahora, no es un acontecimiento aislado, sino un eslabón en una larga cadena de vidas sucesivas en el cual el elemento eterno en nosotros, (llamado Atman en la India), se está reencarnando continuamente.

La ley del Karma es nada más que la ley de acción y reacción – todas las acciones efectuadas en cualquiera de estas vidas determinará precisamente ciertos efectos: si no inmediatamente, entonces en una o más de nuestras futuras existencias, haciendo así aparecer una manifestación del Karma que se acumuló en vidas anteriores. Pero el objetivo de la evolución es alcanzar el punto en el que todo el Karma sea extinguido, de modo que el elemento eterno en nosotros (Atman), ya no esté en la obligación de crear nuevos cuerpos.

Todos los sabios orientales, antiguos y modernos, afirman que lo que crea un nuevo Karma para nosotros no es la acción en sí, sino el espíritu (es decir, el estado interior), en el cual dicha acción es ejecutada.

En el sistema del Karma Yoga, se hace necesario diferenciar tres elementos que nosotros habitualmente no separamos:

  • La intención de la acción – la cual, si actuamos egoístamente, es la única que crea karma;
  • la acción – la cual, por sí misma no puede crear karma;
  • y las consecuencias (resultados) de la acción, sobre la cual, en la mayor parte de las veces, no tenemos ningún control, sin importar cuales hayan sido nuestras previsiones o expectativas.

¿Cómo podemos trasladar esta teoría a los Occidentales, quienes en la mayor parte de los casos no aceptan la idea de múltiples encarnaciones? Si aplicamos correctamente la técnica del Karma Yoga, no nos preocuparemos más de las consecuencias de nuestras acciones, porque ellas no dependen más de nosotros. Esto hace que desaparezca automáticamente todo remordimiento egoísta o recelo. De ello se deriva una conclusión importante: cuando comenzamos la práctica del Karma Yoga debemos, completa e incondicionalmente, abandonar toda pretensión a cualquier mérito, aún de aquellas acciones cuyos frutos o consecuencias sean buenos.

Debido a que somos completamente responsables por nuestras intenciones egoístas solamente, podemos afirmar que el objetivo (intención) de nuestras acciones y su materialización en acciones egoístas son los factores que crean en nosotros hábitos y tendencias egoístas, moldeando así nuestro carácter. Esto es la consecuencia del karma, y es así aunque creamos en una existencia única. Esto es aún más evidente si admitimos, como casi todos los seguidores de la religión, que después de la muerte recogeremos la gratificación o el castigo que merezcamos, de acuerdo a nuestros actos durante la vida.

7. Karma Yoga es la Divina Habilidad (sabiduría y desprendimiento) en las acciones.karma-yoga-7

Swami Vivekananda ha enfatizado claramente que el Karma Yoga nos da la máxima libertad. Él dice:
«El Karma Yoga es un sistema ético y espiritual cuyo objetivo es hacernos obtener la Iluminación a través del altruismo y de buenas acciones completamente desapegadas».

Para el, «El Karma Yoga es la realización plena, a través de la acción despojada, de la ilimitada libertad que es el objetivo de toda naturaleza humana». El agrega también: «El Karma yogui se pregunta: ¿porqué necesitamos otro motivo para la acción más que el amor espléndido que nace de esta libertad?» Él lo explica de este modo: «Para algunas personas puede resultar un aspecto difícil de comprender que nada en el Universo tiene completo poder sobre nosotros, en tanto no permitamos que ese poder nos influencie libremente. A través del completo desapego, podemos siempre superar o derrotar el poder ejercido por cualquier persona o cosa sobre nosotros».

El estado de falta de temor por las posibles consecuencias negativas de una acción, y el estado de no estar egoístamente apegado a las consecuencias positivas que esperamos de dicha acción, crean una profunda paz interior y una gran libertad de espíritu, que nos permite actuar con total objetividad. Esto es lo que Swami Vivekananda llama «actuar en completa libertad».

Karma Yoga y el sentido de responsabilidad.karma-yoga-8

Hemos visto que, en sentido amplio, el sistema del Karma Yoga puede resumirse en cuatro principios:

  • No consideremos cualquier acción desapegada como carente de importancia, descartable e incompatible con el papel que podamos pensar que debemos cumplir en la vida, como Karma yoguis.
  • No desear o temer egoístamente los resultados de nuestras acciones, que llevamos a cabo como instrumentos divinos.
  • No apegarnos egoístamente a la acción, mientras la realizamos desapegadamente.
  • Ni durante una acción ni después, debemos considerarnos autores de ésa acción, sino el instrumento a través del cual Dios se manifiesta.

Los últimos tres puntos, si son mal comprendidos, pueden llevar fácilmente a un estado de total desinterés (lo que es una manifestación de egoísmo) hacia la acción que debe ser realizada. En este caso realizaremos dicha acción superficialmente, con apuro, «no importa como», porque ya no nos sentimos responsables. Esto es exactamente lo opuesto a lo que el Karma yoga es en realidad. En realidad, el Karma Yoga adjudica una gran responsabilidad a sus practicantes.

Esto es obvio de dos maneras: la difícil responsabilidad de elegir entre todas las posibilidades existentes aquella que responda mejor al ideal divino en ese momento dado. Es imposible escapar de esta responsabilidad o ocultarnos a ella, detrás de un dogma o de una ley; y la obligación de llevar a cabo, con toda nuestra fuerza y en un perfecto estado de desapego la acción particular que fue elegida. Esto implica que, de tiempo en tiempo, durante dicha acción, es necesario reservar momentos de reflexión y consagración a la Divinidad. Estos momentos son necesarios a fin de cumplir bien estas dos condiciones.

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